sábado, 3 de octubre de 2009

25 BLANQUITOS

Con los trece primeros fue con los que tuvo más suerte. El departamento de formación de nuestro banco nos había convocado para el primer seminario de apoyo tras el módulo 11, “Conócete a ti mismo y gestiona transversalmente”(1), dentro del programa del Aula de “Management”(2), que se había celebrado hacía ya más de un mes en un pequeño pueblo de la sierra madrileña. Ahora debíamos asistir la mitad del numeroso grupo de 24 “managers”(3), más nuestro consultor, a este “work group”(4) que desarrollaría los conocimientos adquiridos en aquel módulo.

Ella, que también asistió a aquel fatídico módulo 11, no acudía a este primer seminario de apoyo, estaba convocada para el segundo, que sería una semana después. Era de Recursos Humanos, concretamente la responsable de ejecutar los despidos y del pago de las nóminas, su nombre, Juana Lorca, una joven promesa con un gran futuro en la empresa, casada y con tres hijos. Dos semanas antes de los hechos que estoy describiendo estuvo buscando en Google “cómo romper motor autobús Volvo 8300”, pues en contacto con el departamento de formación pudo conseguir la información sobre el tipo de autobús que se utilizaba en los trayectos de los cursos. Se bajó de internet el manual técnico de funcionamiento del motor, se lo leyó de arriba a abajo, y entró en foros más o menos legales, hasta que consiguió dar con el cable preciso que desataría la acción.

La noche antes del accidente se coló en el garaje donde dormía el autobús y con la destreza de un mecánico de Fórmula 1, dejó el motor listo para su cometido. Después desapareció entre las sombras de la noche, cual ducho Arsenio Lupin. Lo cierto es que desde aquí arriba, ahora que tengo acceso a toda la información, pues puedo ir hacia adelante o hacia atrás en la visión del tiempo, estoy sinceramente impresionado con la mente de esta muchacha, pero sobre todo con lo que conseguimos desatar en la misma. Pero no quiero adelantar acontecimientos, pues el relato tiene hasta su pizca de gracia.

Esa mañana montamos todos en el autobús que partía desde nuestra empresa hasta el pueblo en la sierra de Madrid, pues los cursos se desarrollaban en lugares donde nos aislaban para lograr una mayor comunión entre nosotros. Y por cierto, efectivamente, era un Volvo 8300. El desenlace tuvo lugar en una curva cerrada del Puerto de los Leones, bajábamos y el conductor se quedó sin frenos. Aún mantengo las palabras de éste y del resto de mis compañeros resonando en mis oídos:

-¡Dios, los frenos no responden! –gritó el conductor.
-¿Y eso es malo? –dijo uno de mis compañeros, creo que no muy espabilado.
-¡Hombre, pues que a lo mejor no ves la final de la Champions esta tarde, tío listo! –le contestó el conductor en un alarido, mientras el pánico se reflejaba en sus ojos. Aquello me hizo pensar que efectivamente nos íbamos a perder ese partido y alguno más. Pero, no se si fue producto del miedo o que en estos momentos asomaba de verdad lo que había en la mente de las personas, todavía salió a relucir alguna perla más.
-¡Tranquilos! –gritó otro-, seguro que esto forma parte del seminario y el consultor está investigando nuestra reacción ante una situación extrema. Estoy convencido de que estamos inmersos en un “rol play”(5) pero sin un previo aviso y reparto del guión.
-¡Me cago en tu padre! –gritó el consultor, un tipo fornido y con el pelo engominado peinado hacia atrás, dando un salto desde su asiento y agarrando a mi compañero por el cuello de la camisa.

En ese momento el autobús derrapó y se fue contra la protección lateral, rompiéndola. El autobús permaneció un instante en el vacío, para mi como una eternidad, luego llegó el vértigo y la caída, más de 200 metros. Aquello si que era real, pues tanto tiempo dedicado por el consultor a explicarnos los mecanismos del miedo y vértigo internos y resulta que habíamos dado con el ejemplo perfecto y dedicando mucho menos tiempo. Menos mal que no quedó nadie para contarle la experiencia a Recursos Humanos y a Formación, pues seguro que hubiesen tomado buena nota para una futura “píldora”(6) formativa.

Seguro que ya antes por mis palabras lo habréis adivinado. Pues sí, me encuentro en el cielo, rodeado de mis compañeros de curso, del consultor y de varios daños colaterales, concretamente el conductor del autobús, que todavía se encuentra conmocionado por lo sucedido y ni el “coaching”(7) en privado de San Pedro le está ayudando a superar el trauma .También hay aquí dos aficionados del Bayern de Munich que viajaban en un pequeño utilitario camino del campo de fútbol para ver la final. Nuestro autobús lo arrolló como una pequeña caja de cerillas y nos acompañó en el vuelo.

¿Y qué tal se está por el cielo?, os preguntareis. Bueno, pues precisamente no he venido a hablar de esto, eso lo dejo para otro cuento, pero os aseguro que toda la literatura que se ha vertido sobre el cielo es falsa, de hecho hay alguno de nosotros que todavía se cree que está en la Tierra. El consultor sin ir más lejos, pues ayer se le ocurrió decirnos que le entregásemos los trabajos para exponerlos en clase, pero lo mejor es que todavía hubo alguno que le dijo que se lo había dejado en el autobús. Es que más de uno no cambia ni muerto.

Sobre el resto, los once que quedaban, fueron cayendo poco a poco. A uno lo atropelló un cliente muy cabreado cuando paseaba por la calle. Luego me enteré de que Juana le había soliviantado previamente, haciéndole creer que nadie le iba solucionar su problema. A otro, que sabía que sufría del corazón, lo despidió de forma fulminante. Se acercó hasta su mesa y señalándole con el dedo le dijo: “Peláez, recoja sus cosas, está despedido”. Cayó sobre el teclado de su ordenador, con tan mala fortuna que le dio a la tecla de emisión y salieron al cobro unos 100.000 recibos indebidos. Al día de hoy todavía hay un equipo de cinco ETTs(8) trabajando en la solución de este entuerto.

Aprovechando sus conocimientos adquiridos sobre la técnica del motor, Juana, a dos de ellos les “arregló” el coche. Uno se empotró contra una parada de autobús, concretamente de la línea 150 y otro contra una pastelería. A este último nos lo rifamos aquí arriba, pues todavía tenía trozos de pasteles de crema y nata adheridos a él, y no sabéis lo difícil que es probar el dulce en el cielo.

El más perverso fue el crimen de la máquina de café. Juana sabía que tres de ellos tomaban café a la misma hora, eran los primeros en llegar a sus departamentos y coincidían a primera hora en la sala de descanso. Lo que hizo fue abrir la máquina de café la noche anterior, pues ya no había cerradura ni técnica que se le resistiese y untó de curare las tres primeras cucharillas que saldrían con el café de la mañana. Los tres cayeron al unísono sobre la moqueta, parecían estar representando un mismo paso de ballet, de hecho fue un movimiento bastante plástico.

Si no llevo mal la cuenta todavía me quedan cuatro, porque ella evidentemente no se iba a suicidar, claro está. A una se la cargó con sus propias manos, y la verdad es que era muy pesada, debo confesarlo, pues todos los días entraba en el despacho de Juana vendiendo lo buena que era, la cantidad de horas que trabajaba y terminaba pidiéndole un aumento de sueldo. La cierto es que este crimen no sabría si encuadrarlo dentro de los del grupo del módulo 11 o fue un acto de revelador virtuosismo de Juana. Fuese lo que fuese, aquella mañana no había nadie alrededor, saltó desde detrás de su mesa y la cogió por la bufanda, tirando de los cabos hasta asfixiarla, sus últimas palabras fueron: “está bien, me conformo con el IPC”. Creo que su cadáver todavía sigue en el archivo del sótano, dentro del armario de “pendiente de clasificar”. El día que haya mudanza alguien se va a llevar un buen susto.

Con Andrea de finanzas fue realmente dura, sabía donde aparcaba su coche y también conocía de los cables de alta tensión que pasaban por una columna próxima, sólo tuvo que unir cabos, más bien cables pelados a la puerta. Cuando Andrea tocó la puerta se encendió, nunca en su vida había brillado tanto.

Para los dos últimos que le quedaban, Juana ya había agotado su imaginación, y por qué no, su paciencia, así que contrató por internet, y así cerraba un círculo tecnológico, a un sicario que por un módico precio realizó el trabajo. Primero cayó uno de un tiro y después el último, también de un tiro. Poco imaginativo pero tremendamente eficaz. ¿Y ahora? pensó Juana, sentada tras la mesa del despacho de su oficina.

Y todos os preguntareis ¿y tanto asesinato por qué, se había vuelto loca Juana? Pues no lo sé, quizás. Os cuento la génesis y vosotros juzgareis.

Todo empezó en la mente de Juana aquel miércoles en la sierra madrileña, como os decía al principio, estábamos los 24 “managers” inmersos en un curso, concretamente el módulo 11, sobre cómo gestionar el miedo y los sentimientos negativos, que tanto nos afectan en el trabajo y que al final repercuten en nuestro rendimiento. Sí, habéis adivinado por qué el banco se preocupaba por nuestra salud. Todo empezó con normalidad, un juego de risoterapia (recordad, primero hay que buscar la comunidad entre los participantes) en el jardín, unos cuantos “rol play” suaves, donde todo estaba bien definido con anterioridad y para finalizar el día una escena de una película donde nos hacían ver que los protagonistas vencían sus miedos y eran más felices en la vida. Creo que la escena era de “Sister Act”, no recordaba que la película tuviese una fuerte carga psicológica, pero tras las palabras del consultor quedó a la altura de un Bergman o Pasolini.

Todo se complicó al día siguiente. Este curso no era como otros, este ahondaba en nuestros fantasmas interiores y el consultor de una forma sutil los iba sacando poco a poco, hasta que por la tarde se abrió la caja de los truenos. Una televisión, una silla enfrente y una cámara de video apuntando al sujeto que se sentaba fueron la espoleta. Nadie quería salir al principio, pero luego poco a poco la gente se fue animando, presa de un paroxístico contagio emocional , pretendidamente terapéutico, como así nos fue vendido, pues uno hablaba de que había falseado datos estadísticos, otra de que había metido hacía muchos años la mano en la caja, otro de que tenía miedo de su jefe, otra de que se sentía más útil que el resto, en definitiva, la cosa se estaba calentando y aquello parecía más una sesión de psicoanálisis de libro de bolsillo que un curso de trabajo. Aunque todo estaba más o menos dentro de las expectativas del consultor, todo, o casi todo, porque Juana se levantó, se fue hasta la silla vacía y se sentó delante del televisor, quedándose callada unos segundos antes de hablar.

-Soy una mala amante –dijo entre un torrente de lágrimas. Se quedó callada, creo que se dio cuenta del error, pero tarde. La dama de hierro de Recursos Humanos se había derretido, había sucumbido a sus propios temores y miedos internos.

La gente se miraba una a otra, sin saber si hablar, reír o simplemente irse. Aquello se completó con las palabras del consultor: “bueno, no te preocupes, que eso nos ha pasado a todos alguna vez”. Juana se levantó corriendo y se metió en el baño. Ya no volvió a abrir la boca en todo el curso, nos había sentenciado a todos por ser testigos, por haber observado por la mirilla que ella había dejado abierta. Habíamos estado en el sitio y momento equivocados. A partir de aquí ya os he contado como acabamos los 25 blanquitos, bueno 24, sobre la última os sigo contando.


Pero Juana era una persona que renacía de sus cenizas, enseguida rentabilizó sus crímenes. Tras perpetrar el último, participó en un concurso del banco a nivel internacional que premiaba la innovación. “Innobanco” se llamaba, y su trabajo fue sencillamente eficaz. Presentó un ahorro de más de 300 mil euros al año con la amortización de los puestos de sus asesinados y la reestructuración de los mismos. Simple.

El resto ya era lluvia sobre mojado, porque luego llegó al puesto de Directora con plaza en la Comisión Ejecutiva. Lo cierto es que un poco antes de los esperado, debido a la extraña desaparición de su jefe. De esto sólo puedo decir que únicamente se encontraron sus pantalones al borde del pantano de San Juan, pero ni rastro del cuerpo. Y aquí permanece Juana hasta el día de hoy, pero por supuesto esperando algo más, pues sus aspiraciones y ambiciones ya no conocen límites.

Os pensareis que aquí se acaba la historia, y nada más lejos de la realidad, pues hay una segunda parte, llamémosla trascendente. En el cielo los máximos dirigentes estaban asustados, como nunca los había visto desde que ascendí. Pues os cuento muy rápidamente que por falta de presupuesto, originalmente sólo se montó el cielo. Era una vieja pretensión de los humanos, que desde hacía más de dos mil años pedían la creación del infierno, de hecho ellos creían que existía y que los malos se quemaban allí por toda la eternidad, pero nada más lejos de la realidad, pues todo el mundo subía al cielo. Ahora había que modificar la Carta Magna del cielo, en un procedimiento de urgencia y preparar la creación del infierno, porque os debo confesar que aquí hasta los ángeles temblaban, refugiando bajo sus alas a los pequeños querubines. Incluso San Pedro no estaba preparado, sus miedos internos le estaban venciendo y atenazando, había días en que no daba con la llave en la cerradura. Y os estaréis preguntando cual era la razón de tanta desazón, pues era muy simple, se acababan de recibir las listas de admisión y en ellas aparecía Juana Lorca, en breve, iba a subir al cielo.


NOTAS:
(1) “Transversalidad”. Aunque parezca lo contrario, no tiene ninguna connotación sexual, es trabajar conjuntamente con los diferentes departamentos (teoría). Pero en la práctica es que no se note que fastidias al departamento de tu lado, pásale información, no mucha claro, pero eso sí, si algo no sale bien échale la culpa.
(2) “Management”. Lo que siempre ha sido dirigir. Todo lo que rodea a ejercer de jefe. Mandar, pero con tintes más sutiles, como siempre, dar por culo, pero que parezca otra cosa, con suavidad, de ahí el cambiarle el nombre.
(3) “Managers”. Éste es más fácil. Jefes.
(4) “Work group”. Como su propio nombre indica. Grupo de trabajo. Cuando en un “work group” se realizan tareas o trabajitos se les llama “task”.
(5) “Rol play”. Ejercicio de interpretación, donde un grupo de personas desarrolla una acción, con un guión que les es dado, que sólo conoce cada actor y que al ser puestos en común en la representación se consigue el fin “educativo” de llegar a los planteamientos del consultor y del curso. Para que sea más divertido se suele grabar en video y ser expuesto de forma parcial por el conductor del curso, destacando los “defectos” en un ejercicio de escarnio público.
Pongo un ejemplo: Participan tres personas en el juego, una hace de jefe, la otra de colaborador (9) y la última de recursos humanos. Se reparten los guiones que solo conocerá cada uno y empiezan a actuar. Al jefe le ha tocado el de duro, que tiene que despedir de forma ineludible a unos de sus colaboradores por bajo rendimiento, al colaborador el de persona con problemas personales que hace un gran esfuerzo por trabajar todos los días y al de recursos humanos el de persona sensible y cercana a los problemas de sus colaboradores.
Pues os podéis imaginar la que le ha caído al que hace de jefe, que debe llevar su papel hasta el final y que no sabe cómo van a actuar los otros. Por muy bien que se porte en el juego con sus compañeros, al final cuando se vea el vídeo le va a caer lo más grande, pues el discurso del consultor ya está predefinido y tiene que llevar la moraleja hasta el final, caiga quien caiga, pues para eso cobra. Sabes que como te toque uno de estos papeles (roles) antes de empezar el juego (play) te puedes ir yendo ya a tu picota personal. ¿Os suena esto a algo de un tal Maquiavelo?...por cierto, el final suele ser rocambolesco, pues tras mucha retórica el resultado es que con muy buenas palabras y ayuda por parte del manager, si esta persona no cambia hay que echarla. Antes se le daba un puntapié con malas palabras, y ahora se le abre la puerta, se le pone una alfombra roja y se le dice que estará mejor fuera.
(6) “Píldoras”. Más bien deberían llamarlas supositorios, pues son pequeñas formaciones, normalmente por escrito o desarrolladas en una mañana, que sirven como nuevo estudio o pequeño recordatorio de una formación pasada. Te suelen llegar cuando más trabajo tienes, de ahí que te las tengas que meter como te quepan.
(7) “Coaching”. Esto que debería ser entrenamiento, es que te ponen un profesor particular para que te guíe en la formación de alguna materia o desarrollo personal. Vamos, el consultor de los cursos pero ahora hasta en la sopa, y como es particular y la empresa se gasta una pasta a ver quien es el guapo que dice que no ha aprendido.
(8) “ETT”. Son contrataciones de empresas de trabajo temporal. Son contratados para puntas de trabajo, sustituciones temporales de personal, para trabajos estacionales o salidas de nuevos productos. Pero en realidad tras esta contratación se esconde una nefasta previsión organizativa. Lo bueno, que gracias a la ineptitud de unos, se da trabajo a otras personas.
(9) “Colaborador”. Trabajador. Se usa esta terminología para evitar connotaciones políticas o que suenen a rancias de luchas de clases y que demuestran que la empresa es moderna y es cercana al trabajador, perdón, colaborador.

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