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sábado, 3 de octubre de 2009

25 BLANQUITOS

Con los trece primeros fue con los que tuvo más suerte. El departamento de formación de nuestro banco nos había convocado para el primer seminario de apoyo tras el módulo 11, “Conócete a ti mismo y gestiona transversalmente”(1), dentro del programa del Aula de “Management”(2), que se había celebrado hacía ya más de un mes en un pequeño pueblo de la sierra madrileña. Ahora debíamos asistir la mitad del numeroso grupo de 24 “managers”(3), más nuestro consultor, a este “work group”(4) que desarrollaría los conocimientos adquiridos en aquel módulo.

Ella, que también asistió a aquel fatídico módulo 11, no acudía a este primer seminario de apoyo, estaba convocada para el segundo, que sería una semana después. Era de Recursos Humanos, concretamente la responsable de ejecutar los despidos y del pago de las nóminas, su nombre, Juana Lorca, una joven promesa con un gran futuro en la empresa, casada y con tres hijos. Dos semanas antes de los hechos que estoy describiendo estuvo buscando en Google “cómo romper motor autobús Volvo 8300”, pues en contacto con el departamento de formación pudo conseguir la información sobre el tipo de autobús que se utilizaba en los trayectos de los cursos. Se bajó de internet el manual técnico de funcionamiento del motor, se lo leyó de arriba a abajo, y entró en foros más o menos legales, hasta que consiguió dar con el cable preciso que desataría la acción.

La noche antes del accidente se coló en el garaje donde dormía el autobús y con la destreza de un mecánico de Fórmula 1, dejó el motor listo para su cometido. Después desapareció entre las sombras de la noche, cual ducho Arsenio Lupin. Lo cierto es que desde aquí arriba, ahora que tengo acceso a toda la información, pues puedo ir hacia adelante o hacia atrás en la visión del tiempo, estoy sinceramente impresionado con la mente de esta muchacha, pero sobre todo con lo que conseguimos desatar en la misma. Pero no quiero adelantar acontecimientos, pues el relato tiene hasta su pizca de gracia.

Esa mañana montamos todos en el autobús que partía desde nuestra empresa hasta el pueblo en la sierra de Madrid, pues los cursos se desarrollaban en lugares donde nos aislaban para lograr una mayor comunión entre nosotros. Y por cierto, efectivamente, era un Volvo 8300. El desenlace tuvo lugar en una curva cerrada del Puerto de los Leones, bajábamos y el conductor se quedó sin frenos. Aún mantengo las palabras de éste y del resto de mis compañeros resonando en mis oídos:

-¡Dios, los frenos no responden! –gritó el conductor.
-¿Y eso es malo? –dijo uno de mis compañeros, creo que no muy espabilado.
-¡Hombre, pues que a lo mejor no ves la final de la Champions esta tarde, tío listo! –le contestó el conductor en un alarido, mientras el pánico se reflejaba en sus ojos. Aquello me hizo pensar que efectivamente nos íbamos a perder ese partido y alguno más. Pero, no se si fue producto del miedo o que en estos momentos asomaba de verdad lo que había en la mente de las personas, todavía salió a relucir alguna perla más.
-¡Tranquilos! –gritó otro-, seguro que esto forma parte del seminario y el consultor está investigando nuestra reacción ante una situación extrema. Estoy convencido de que estamos inmersos en un “rol play”(5) pero sin un previo aviso y reparto del guión.
-¡Me cago en tu padre! –gritó el consultor, un tipo fornido y con el pelo engominado peinado hacia atrás, dando un salto desde su asiento y agarrando a mi compañero por el cuello de la camisa.

En ese momento el autobús derrapó y se fue contra la protección lateral, rompiéndola. El autobús permaneció un instante en el vacío, para mi como una eternidad, luego llegó el vértigo y la caída, más de 200 metros. Aquello si que era real, pues tanto tiempo dedicado por el consultor a explicarnos los mecanismos del miedo y vértigo internos y resulta que habíamos dado con el ejemplo perfecto y dedicando mucho menos tiempo. Menos mal que no quedó nadie para contarle la experiencia a Recursos Humanos y a Formación, pues seguro que hubiesen tomado buena nota para una futura “píldora”(6) formativa.

Seguro que ya antes por mis palabras lo habréis adivinado. Pues sí, me encuentro en el cielo, rodeado de mis compañeros de curso, del consultor y de varios daños colaterales, concretamente el conductor del autobús, que todavía se encuentra conmocionado por lo sucedido y ni el “coaching”(7) en privado de San Pedro le está ayudando a superar el trauma .También hay aquí dos aficionados del Bayern de Munich que viajaban en un pequeño utilitario camino del campo de fútbol para ver la final. Nuestro autobús lo arrolló como una pequeña caja de cerillas y nos acompañó en el vuelo.

¿Y qué tal se está por el cielo?, os preguntareis. Bueno, pues precisamente no he venido a hablar de esto, eso lo dejo para otro cuento, pero os aseguro que toda la literatura que se ha vertido sobre el cielo es falsa, de hecho hay alguno de nosotros que todavía se cree que está en la Tierra. El consultor sin ir más lejos, pues ayer se le ocurrió decirnos que le entregásemos los trabajos para exponerlos en clase, pero lo mejor es que todavía hubo alguno que le dijo que se lo había dejado en el autobús. Es que más de uno no cambia ni muerto.

Sobre el resto, los once que quedaban, fueron cayendo poco a poco. A uno lo atropelló un cliente muy cabreado cuando paseaba por la calle. Luego me enteré de que Juana le había soliviantado previamente, haciéndole creer que nadie le iba solucionar su problema. A otro, que sabía que sufría del corazón, lo despidió de forma fulminante. Se acercó hasta su mesa y señalándole con el dedo le dijo: “Peláez, recoja sus cosas, está despedido”. Cayó sobre el teclado de su ordenador, con tan mala fortuna que le dio a la tecla de emisión y salieron al cobro unos 100.000 recibos indebidos. Al día de hoy todavía hay un equipo de cinco ETTs(8) trabajando en la solución de este entuerto.

Aprovechando sus conocimientos adquiridos sobre la técnica del motor, Juana, a dos de ellos les “arregló” el coche. Uno se empotró contra una parada de autobús, concretamente de la línea 150 y otro contra una pastelería. A este último nos lo rifamos aquí arriba, pues todavía tenía trozos de pasteles de crema y nata adheridos a él, y no sabéis lo difícil que es probar el dulce en el cielo.

El más perverso fue el crimen de la máquina de café. Juana sabía que tres de ellos tomaban café a la misma hora, eran los primeros en llegar a sus departamentos y coincidían a primera hora en la sala de descanso. Lo que hizo fue abrir la máquina de café la noche anterior, pues ya no había cerradura ni técnica que se le resistiese y untó de curare las tres primeras cucharillas que saldrían con el café de la mañana. Los tres cayeron al unísono sobre la moqueta, parecían estar representando un mismo paso de ballet, de hecho fue un movimiento bastante plástico.

Si no llevo mal la cuenta todavía me quedan cuatro, porque ella evidentemente no se iba a suicidar, claro está. A una se la cargó con sus propias manos, y la verdad es que era muy pesada, debo confesarlo, pues todos los días entraba en el despacho de Juana vendiendo lo buena que era, la cantidad de horas que trabajaba y terminaba pidiéndole un aumento de sueldo. La cierto es que este crimen no sabría si encuadrarlo dentro de los del grupo del módulo 11 o fue un acto de revelador virtuosismo de Juana. Fuese lo que fuese, aquella mañana no había nadie alrededor, saltó desde detrás de su mesa y la cogió por la bufanda, tirando de los cabos hasta asfixiarla, sus últimas palabras fueron: “está bien, me conformo con el IPC”. Creo que su cadáver todavía sigue en el archivo del sótano, dentro del armario de “pendiente de clasificar”. El día que haya mudanza alguien se va a llevar un buen susto.

Con Andrea de finanzas fue realmente dura, sabía donde aparcaba su coche y también conocía de los cables de alta tensión que pasaban por una columna próxima, sólo tuvo que unir cabos, más bien cables pelados a la puerta. Cuando Andrea tocó la puerta se encendió, nunca en su vida había brillado tanto.

Para los dos últimos que le quedaban, Juana ya había agotado su imaginación, y por qué no, su paciencia, así que contrató por internet, y así cerraba un círculo tecnológico, a un sicario que por un módico precio realizó el trabajo. Primero cayó uno de un tiro y después el último, también de un tiro. Poco imaginativo pero tremendamente eficaz. ¿Y ahora? pensó Juana, sentada tras la mesa del despacho de su oficina.

Y todos os preguntareis ¿y tanto asesinato por qué, se había vuelto loca Juana? Pues no lo sé, quizás. Os cuento la génesis y vosotros juzgareis.

Todo empezó en la mente de Juana aquel miércoles en la sierra madrileña, como os decía al principio, estábamos los 24 “managers” inmersos en un curso, concretamente el módulo 11, sobre cómo gestionar el miedo y los sentimientos negativos, que tanto nos afectan en el trabajo y que al final repercuten en nuestro rendimiento. Sí, habéis adivinado por qué el banco se preocupaba por nuestra salud. Todo empezó con normalidad, un juego de risoterapia (recordad, primero hay que buscar la comunidad entre los participantes) en el jardín, unos cuantos “rol play” suaves, donde todo estaba bien definido con anterioridad y para finalizar el día una escena de una película donde nos hacían ver que los protagonistas vencían sus miedos y eran más felices en la vida. Creo que la escena era de “Sister Act”, no recordaba que la película tuviese una fuerte carga psicológica, pero tras las palabras del consultor quedó a la altura de un Bergman o Pasolini.

Todo se complicó al día siguiente. Este curso no era como otros, este ahondaba en nuestros fantasmas interiores y el consultor de una forma sutil los iba sacando poco a poco, hasta que por la tarde se abrió la caja de los truenos. Una televisión, una silla enfrente y una cámara de video apuntando al sujeto que se sentaba fueron la espoleta. Nadie quería salir al principio, pero luego poco a poco la gente se fue animando, presa de un paroxístico contagio emocional , pretendidamente terapéutico, como así nos fue vendido, pues uno hablaba de que había falseado datos estadísticos, otra de que había metido hacía muchos años la mano en la caja, otro de que tenía miedo de su jefe, otra de que se sentía más útil que el resto, en definitiva, la cosa se estaba calentando y aquello parecía más una sesión de psicoanálisis de libro de bolsillo que un curso de trabajo. Aunque todo estaba más o menos dentro de las expectativas del consultor, todo, o casi todo, porque Juana se levantó, se fue hasta la silla vacía y se sentó delante del televisor, quedándose callada unos segundos antes de hablar.

-Soy una mala amante –dijo entre un torrente de lágrimas. Se quedó callada, creo que se dio cuenta del error, pero tarde. La dama de hierro de Recursos Humanos se había derretido, había sucumbido a sus propios temores y miedos internos.

La gente se miraba una a otra, sin saber si hablar, reír o simplemente irse. Aquello se completó con las palabras del consultor: “bueno, no te preocupes, que eso nos ha pasado a todos alguna vez”. Juana se levantó corriendo y se metió en el baño. Ya no volvió a abrir la boca en todo el curso, nos había sentenciado a todos por ser testigos, por haber observado por la mirilla que ella había dejado abierta. Habíamos estado en el sitio y momento equivocados. A partir de aquí ya os he contado como acabamos los 25 blanquitos, bueno 24, sobre la última os sigo contando.


Pero Juana era una persona que renacía de sus cenizas, enseguida rentabilizó sus crímenes. Tras perpetrar el último, participó en un concurso del banco a nivel internacional que premiaba la innovación. “Innobanco” se llamaba, y su trabajo fue sencillamente eficaz. Presentó un ahorro de más de 300 mil euros al año con la amortización de los puestos de sus asesinados y la reestructuración de los mismos. Simple.

El resto ya era lluvia sobre mojado, porque luego llegó al puesto de Directora con plaza en la Comisión Ejecutiva. Lo cierto es que un poco antes de los esperado, debido a la extraña desaparición de su jefe. De esto sólo puedo decir que únicamente se encontraron sus pantalones al borde del pantano de San Juan, pero ni rastro del cuerpo. Y aquí permanece Juana hasta el día de hoy, pero por supuesto esperando algo más, pues sus aspiraciones y ambiciones ya no conocen límites.

Os pensareis que aquí se acaba la historia, y nada más lejos de la realidad, pues hay una segunda parte, llamémosla trascendente. En el cielo los máximos dirigentes estaban asustados, como nunca los había visto desde que ascendí. Pues os cuento muy rápidamente que por falta de presupuesto, originalmente sólo se montó el cielo. Era una vieja pretensión de los humanos, que desde hacía más de dos mil años pedían la creación del infierno, de hecho ellos creían que existía y que los malos se quemaban allí por toda la eternidad, pero nada más lejos de la realidad, pues todo el mundo subía al cielo. Ahora había que modificar la Carta Magna del cielo, en un procedimiento de urgencia y preparar la creación del infierno, porque os debo confesar que aquí hasta los ángeles temblaban, refugiando bajo sus alas a los pequeños querubines. Incluso San Pedro no estaba preparado, sus miedos internos le estaban venciendo y atenazando, había días en que no daba con la llave en la cerradura. Y os estaréis preguntando cual era la razón de tanta desazón, pues era muy simple, se acababan de recibir las listas de admisión y en ellas aparecía Juana Lorca, en breve, iba a subir al cielo.


NOTAS:
(1) “Transversalidad”. Aunque parezca lo contrario, no tiene ninguna connotación sexual, es trabajar conjuntamente con los diferentes departamentos (teoría). Pero en la práctica es que no se note que fastidias al departamento de tu lado, pásale información, no mucha claro, pero eso sí, si algo no sale bien échale la culpa.
(2) “Management”. Lo que siempre ha sido dirigir. Todo lo que rodea a ejercer de jefe. Mandar, pero con tintes más sutiles, como siempre, dar por culo, pero que parezca otra cosa, con suavidad, de ahí el cambiarle el nombre.
(3) “Managers”. Éste es más fácil. Jefes.
(4) “Work group”. Como su propio nombre indica. Grupo de trabajo. Cuando en un “work group” se realizan tareas o trabajitos se les llama “task”.
(5) “Rol play”. Ejercicio de interpretación, donde un grupo de personas desarrolla una acción, con un guión que les es dado, que sólo conoce cada actor y que al ser puestos en común en la representación se consigue el fin “educativo” de llegar a los planteamientos del consultor y del curso. Para que sea más divertido se suele grabar en video y ser expuesto de forma parcial por el conductor del curso, destacando los “defectos” en un ejercicio de escarnio público.
Pongo un ejemplo: Participan tres personas en el juego, una hace de jefe, la otra de colaborador (9) y la última de recursos humanos. Se reparten los guiones que solo conocerá cada uno y empiezan a actuar. Al jefe le ha tocado el de duro, que tiene que despedir de forma ineludible a unos de sus colaboradores por bajo rendimiento, al colaborador el de persona con problemas personales que hace un gran esfuerzo por trabajar todos los días y al de recursos humanos el de persona sensible y cercana a los problemas de sus colaboradores.
Pues os podéis imaginar la que le ha caído al que hace de jefe, que debe llevar su papel hasta el final y que no sabe cómo van a actuar los otros. Por muy bien que se porte en el juego con sus compañeros, al final cuando se vea el vídeo le va a caer lo más grande, pues el discurso del consultor ya está predefinido y tiene que llevar la moraleja hasta el final, caiga quien caiga, pues para eso cobra. Sabes que como te toque uno de estos papeles (roles) antes de empezar el juego (play) te puedes ir yendo ya a tu picota personal. ¿Os suena esto a algo de un tal Maquiavelo?...por cierto, el final suele ser rocambolesco, pues tras mucha retórica el resultado es que con muy buenas palabras y ayuda por parte del manager, si esta persona no cambia hay que echarla. Antes se le daba un puntapié con malas palabras, y ahora se le abre la puerta, se le pone una alfombra roja y se le dice que estará mejor fuera.
(6) “Píldoras”. Más bien deberían llamarlas supositorios, pues son pequeñas formaciones, normalmente por escrito o desarrolladas en una mañana, que sirven como nuevo estudio o pequeño recordatorio de una formación pasada. Te suelen llegar cuando más trabajo tienes, de ahí que te las tengas que meter como te quepan.
(7) “Coaching”. Esto que debería ser entrenamiento, es que te ponen un profesor particular para que te guíe en la formación de alguna materia o desarrollo personal. Vamos, el consultor de los cursos pero ahora hasta en la sopa, y como es particular y la empresa se gasta una pasta a ver quien es el guapo que dice que no ha aprendido.
(8) “ETT”. Son contrataciones de empresas de trabajo temporal. Son contratados para puntas de trabajo, sustituciones temporales de personal, para trabajos estacionales o salidas de nuevos productos. Pero en realidad tras esta contratación se esconde una nefasta previsión organizativa. Lo bueno, que gracias a la ineptitud de unos, se da trabajo a otras personas.
(9) “Colaborador”. Trabajador. Se usa esta terminología para evitar connotaciones políticas o que suenen a rancias de luchas de clases y que demuestran que la empresa es moderna y es cercana al trabajador, perdón, colaborador.

viernes, 14 de agosto de 2009

QUÉ DOLOR

Acabo de caer en la cuenta de por qué me duele tanto el riñón derecho. Lo siento palpitar cuando hago el movimiento de doblar la espalda.. Le he estado dando vueltas al origen y lo iba a achacar a un fallo multiorgánico, cuando de pronto me vino a la cabeza la causa. La culpable es una orca, podría ser como la de la película, asesina. Pero no una orca cualquiera, sino el padre de Cucurucho Aladino. Ahora como estaréis alucinando y creeréis que el calor del verano me ha derretido las meninges (cosa posible por otro lado) paso a explicar por partes.

Primero el asunto de la orca. Este miércoles fue nuestro último día de playa y Víctor tenía ilusión en jugar con su nuevo regalo de cumpleaños, una orca hinchable que venía metida en una cajita de cartón. Hasta aquí todo bien, pero al abrir el envase nada hacía presagiar que aquel monstruo hubiese vivido dentro. Madre mía no paraba de desenrollar plástico. Bajo la sombrilla lo tenía ya todo preparado, un hinchador manual (más bien para usar con el pie) y aquel cetáceo de goma extendido cual alfombra negra sobre la arena. Pues bien, comencé con el inflado. Con movimiento rítmico de la pierna fui pisando el artilugio, la situación resultaba cuanto menos graciosa, allí en medio de la playa pisando el pedal. De lejos alguien pensaría que estaba ensayando un baile regional, algo parecido a una jota. Pero lo terrorífico estaba por llegar, la orca no cobraba vida, seguía plana como un filete.

Por fin algo se movía en el interior del animal, el aire le llegaba a los pulmones. Y llevaba 10 minutos de baile. La gente de las sombrillas de alrededor no me quitaban los ojos de encima, estaba seguro de que hacían apuestas entre ellos, “¿cuánto te va que muere antes el que infla que la ballena?”, “¿a que llega la noche y la orca sigue varada?”, “¿por qué no la habrá inflado en una gasolinera?”, esta última pregunta también me la hacía yo. Llevaba 20 minutos y tenía que cambiar de pierna, pero no era lo mismo, se hace más rápido con la derecha. El animal cobraba vida, y yo la estaba perdiendo, se me estaba yendo por los poros a chorros. Casi una hora después el animal ya estaba listo, 2 metros de eslora y casi uno de ancho. No había inflado un flotador, aquello era una Zodiac, le faltaban los remos.

Pero tuvo su recompensa, pues cuanto disfrutó Víctor con su flotador, le brillaban los ojos de felicidad al ver aquel inmenso animal. Se quedaba pequeño subido a su lomo, gritaba de alegría surcando las olas encima de su corcel. Pero, ¡ay!, había que irse, y desinflar el animal. Porque salvo que supiese conducir no cabía dentro del coche. Si el espectáculo del inflado ya resultó gracioso, el del deshinchado fue cuanto menos hilarante. Tuve que agarrar al animal de dos metros y apretarlo contra mi cuerpo para que fuese expirando hasta el último aliento. La escena no tenía precio, podéis imaginar cualquier cosa, que acertareis con el ejemplo. Ahora si que la gente de alrededor se reía, no solo los de mi sombrilla, sino incluso los cercanos, que estaban ya tan familiarizados con la escena de hinchado, que se integraron perfectamente en la de deshinchado, se reían abiertamente, sin tapujos, como si fuésemos amigos de toda la vida. Genial.

Se me olvidaba la segunda parte, la del nombre de Aladino Cucurucho. Éste es un delfín hinchable azul de Víctor que es cinco veces más pequeño que su padre. Y pensar que en su día nos parecía enorme…El nombre se lo dio Víctor el año anterior y la verdad es que no me acuerdo de la génesis del bautismo, pero es igual, este año se acordaba del nombre y dictaminó que la enorme orca era su padre.
Por cierto, me gustaría saber cómo desde la fábrica pudieron meter este animal en la cajita. Una vez deshinchado no hay narices de hacerlo entrar, sobresale medio cuerpo, y lo intenté doblando las aletas para un lado, la cola para otro, enrollándolo de un lado, del otro. Imposible. Es un misterio que al día de hoy está sin resolver.

Ahora ya se de que me viene este estupendo dolor del riñón derecho. Escribo también esta entrada para leerla el año que viene y aprender de los errores de éste…para el próximo verano le diré a Víctor que la orca padre se fue a por tabaco y abandonó a su hijo Cucurucho Aladino.

lunes, 27 de julio de 2009

DE CALORES Y APARIENCIAS FATALES

Ayer por la tarde estuvimos con mi primo y su familia. No le veía desde hacía varios meses, aunque hablamos por teléfono. Lo cierto es que me río mucho con las historias, las ocurrencias que tiene. Nos dimos un baño en la piscina de su urbanización. Qué calor, si se pudiese embotellar el sudor que estoy dejando en Sevilla montaría una bodega.

Pues eso, que estuvimos en la piscina, atestada de padres y niños, con un agua sospechosamente caliente. Salimos luego a la zona de césped, que estaba a la sombra, para charlar un rato. No puedo soportar el sol por mucho tiempo, me quema. Mientras me apoyaba en una farola para sacudirme la planta de los pies, me dijo: “Primo, me estoy acordando de una historia que me pasó hace un mes más o menos”. Le dije que me la contase, seguro que iba a ser buena…

…efectivamente.

Mi primo es representante, teniendo que viajar muy a menudo. A finales de junio, entre una de sus visitas estaba la de una tienda, cuyo dueño le tenía que pagar una factura. Al llegar a la misma preguntó por P., el dueño. Los empleados que estaban allí le dijeron que estaba en el hospital bastante mal. Sin querer indagar en los orígenes de la enfermedad, se despidió de los que allí estaban, marchándose a seguir con su trabajo.

Pasó una semana y volvió a la tienda de P. Preguntó de nuevo por el dueño, obteniendo respuesta parecida. Esta vez le dijeron que estaba en casa convaleciente. Aquí ya sospechó mi primo que P. no le quería pagar. Que le estaba evitando a toda costa. Se despidió de nuevo de todos, pero esta vez le dijeron que se pasase la semana siguiente.

Y la siguiente semana llegó. Con la esperanza de cobrar, se dirigió de nuevo a la tienda. Pensaba que le volverían a dar excusas sobre la enfermedad de P. Pero cual fue su sorpresa cuando al entrar en la tienda se encuentra a P. sentado detrás de una mesa escayolado desde la cintura hasta el cuello. Luego era verdad, algo le había pasado. Le preguntó que le había sucedido para acabar en ese estado.

P. le contó la historia, no sin antes avisarle de que le daba un poco de vergüenza y que terminaría riéndose. Mi primo le aseguró que no, que no se iba a reír. Se lo contó.

Hace un mes P. estaba en una playa de Cádiz con su familia. Era ya la hora de irse a casa y cogió los bártulos en dirección al coche. Antes se paró a sacudirse la arena de los pies en una zona donde estaban de obras. Había zanjas en las que estaban metiendo canalizaciones. Aprovechó una farola para sujetarse con una mano, mientras movía la pierna para sacudirse la arena del pie. La farola estaba un poco inestable, cimbreándose con cada movimiento de P. Cuando iba a terminar vio salir a toda prisa a un obrero de una zanja que estaba a su lado. Sin tiempo de reacción, este obrero, pala en mano, la giró hacia atrás golpeándole con todas sus fuerzas en el pecho.

P. creía que había muerto. Salió despedido varios metros hacia atrás. ¿Qué le había hecho al señor de la zanja para recibir aquel atentado? “Moribundo” en el suelo preguntó al obrero “por qué”. Éste con cara desencajada de horror repetía sin cesar “¡Dios qué he hecho, lo siento, perdóneme!”. Le volvió a preguntar “¿por qué?”. “Lo siento, lo siento…creía que se estaba electrocutando con la farola…”.

Aparte de la gravedad de la lesión, varias costillas rotas, con el resultado de un neumotórax, P. estaba agradecido a la vida. Con optimismo dijo que podía haber sido peor. Y yo pienso, efectivamente, en vez de la pala, podía haber usado una excavadora cercana o el martillo hidráulico. Me admira la gente tan optimista…ah, y ya no me sujetaré nunca más a una farola para sacudirme los pies. ¡Qué calor!

viernes, 17 de julio de 2009

CAFÉ DE MÁQUINA, ¿REALIDAD O LEYENDA URBANA?

¿Por qué el café de las máquinas expendedoras sabe a rayos y el que te preparan en la cafetería está bueno? Parece una pregunta baladí, pero por mucho que lo he pensado no le encuentro respuesta.

Por ejemplo donde trabajo la marca de café que se usa en la máquina de monedas y en la otra máquina de la cafetería es la misma. El proceso es incluso más “fresco” en la máquina de monedas pues también muele el café, por lo que en teoría conservará mejor el aroma. Pero el resultado final es contrario, sabe mucho mejor el de la cafetería.

Además esta diferencia de sabor propicia leyendas urbanas (o no tanto) en la oficina como por ejemplo que el café de máquina ayuda a regular el tránsito intestinal, lo que no está demostrado científicamente (no se si habrá estudio de alguna universidad al respecto) o que hay veces en que sin causa definida sabe mejor que el del día anterior. Aquí de nuevo surge otra leyenda referente a que en esos casos puede haber una fuga de aceite de la maquinaria, que mezclándose con el proceso de elaboración del café, hacen éste más rico y cremoso.

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Disculpad, necesitaba cafeina y he ido a tomarme el primer café de la mañana a la máquina.Acabo de volver. He hecho la encuesta entre las personas que allí había y en lineas generales me dan la razón, pero no me pueden explicar las causas de por qué sabe peor. De hecho una de mis compañeras se había subido uno. Solo ha habido una persona que le gustaba más el de la cafetería y otra que además ha expresado su opinión sobre mis zapatillas Son nuevas y no le han gustado, claro que me lo ha dicho mientras se tomaba el café, lo que me lleva a pensar que además de los efectos descritos, el café pueda tener ciertos efectos alucinógenos. O estos efectos ya los traía de casa.

¿Debo recurrir al factor humano, entonces?, en este caso la explicación sería la manipulación que del proceso de servir un café se realiza en la cafetería. ¿Será que la máquina de monedas no calcula igual que el humano los tiempos, cantidades, leche, etc.? puede ser.
Entonces la conclusión es que la industrialización produjo una merma en la calidad del café, y lo que es peor…mi colitis es fruto de la revolución industrial.

miércoles, 8 de julio de 2009

TEMPORADA DE BARBACOAS

Ya llega el calor y empiezan a echar humo las barbacoas. Duro deporte estival éste que pone a prueba tanto el estómago como la capacidad de las arterias. Aunque yo empecé ya allá a principios de marzo en Sevilla con una macro sesión de más de 8 horas de duración y porque se hizo de noche, ya no se veía ni un chorizo y hubo que parar la ingesta de grasas. Además estuvimos todo el rato comiendo, no desperdiciamos ni un minuto, porque esta barbacoa permaneció encendida las 8 horas, fue como la llama olímpica, no se apagó y claro había que aprovechar las brasas.

Este fin de semana pasado han caido dos, sin solución de continuidad, una el viernes y otra el sábado, la segunda como la dosis de recuerdo de la vacuna, para alargar y potenciar los efectos de la primera. Antes de empezar a comer se dice uno a sí mismo, comeré solo ensalada, porque eso sí, en toda barbacoa se hace un bol con lechuga y tomate para atenuar los efectos psicológicos de la panceta y el chorizo. Parece que pinchando dos o tres veces ensalada sentimos el efecto placebo-cerebral de la comida sana. Además del efecto visual atenuador del remordimiento que supone el ponerse morado de chorizo pero ante la presencia de la lechuga. Y así luego podemos decir que hemos hecho una barbacoa, pero sana ¡eh!, que hemos comido ensalada (incluso alguien puede echar alguna verdura a las brasas), ¡falso!, como se puede llamar barbacoa equilibrada a meterse para el cuerpo varios bocadillos de panceta, otros tanto de chorizo y morcilla, costillas, chuletitas…y tres pinchadas de lechuga.

Para esta semana tengo en la agenda ¡tres barbacoas! y en días consecutivos. Qué va a ser de mi, y lo digo porque no voy a tener espacio suficiente en el estómago. Qué envidia me dan los rumiantes, con sus cuatro estómagos, ahora que lo pienso, podría hasta programar otra barbacoa más para esta semana. Y es que en el fondo es todo un espectáculo visual y olfativo, el ver esos chorizos sudar gota a gota avivando las llamas, esa panceta crepitando y encogiéndose ante los efectos de las brasas, esa alita de pollo que se mete por la rejilla y se va quemando ante los intentos en vano por rescatarla, y que decir de ese humo que lo impregna todo, que te ahuma la camiseta dándole vida propia y que te deja en las fosas nasales el recuerdo para varios días. Pero quién piensa en el colesterol en esos momentos, si luego de postre me tomo un Danacol.

Y que decir de los sueños pesados que produce una buena barbacoa nocturna. La otra noche soñé que era abducido por un grupo de pancetas enmascaradas. Querían introducirse en mis venas directamente, sin seguir el proceso normal de ingestión de colesterol, yo intentaba dialogar con ellas y decirles que no estaban siguiendo el procedimiento adecuado, al final, creo que producto del síndrome de Estocolmo, nos hicimos amigos y lo celebramos con una barbacoa. Al despertar estaba empapado en sudor y pidiendo a gritos un Almax.

Llegado este punto tengo que hacer una confesión, despues de la cual y oido mi testimonio creo que ya no volverá a ser lo mismo. Y es que desde aquí confieso que no soy un ejecutor de barbacoas, si alguien me pregunta no sabría decirle cómo se encienden los carbones. Yo soy un comensal de retaguardia, y es que, la verdad, siempre hay voluntarios para la línea de vanguardia, incluso hay veces que hay disputas dentro del grupo para ver quién hace la barbacoa, y claro ante este entusiasmo mi pretensión es la de no hacer infeliz a nadie y dejarle que disfrute. El voluntario se planta su gorra y se va al frente de batalla, armado solo con una cerveza y unas pinzas y es que la barbacoa suele estar colocada estratégicamente en el sitio donde más pega el sol. Mientras la retaguardia está situada a la sombra y bien provista de provisiones y bebidas. Cuando esta persona marcha al frente se le despide con gritos de ánimo y apoyo del tipo: ¡la panceta que esté bien hecha!, ¡ve sacando los chorizos rápido que tenemos hambre! ¡las alitas déjalas más tiempo que tardan más en hacerse! ¡no quemes las chuletitas! De vez en cuando alguien en la retaguardia se acuerda de que tenemos un soldado en el frente y poniendo en riesgo su integridad atraviesa el sol con una cerveza y un montadito de chorizo (que debe ser ya lo único que le quede para cuando regrese al campo base después de hacer la barbacoa).

Para terminar diré que lo que me da miedo del día despues de una exposición prolongada a las barbacoas es el síndrome de abstinencia. O se buscan sustitutivos de la panceta y el chorizo que tengan menos concentración de colesterol como el chopped o la mortadela con aceitunas, o se recurre a lo que un amigo mío me ha dicho que ya comercializan las farmacias en verano, que son como los de nicotina, los parches de panceta.

Pero lo que de verdad necesito en estos momentos es…pastar.

jueves, 2 de julio de 2009

LOS NOMBRES

Voy a empezar con un comentario que escuché en la radio hace algunos años y luego veremos de qué seguimos hablando. Era una tarde de verano de hace por lo menos 8 años y venía, creo que de hacerme el DNI, montado en un taxi camino de nuevo al trabajo. El taxista tenía puesta una emisora de radio (no recuerdo cuál) y uno de los invitados de esa radio, me imagino que dentro de un foro en el que estaban hablando de nombres, contaba una anécdota que le había sucedido unos días antes. Estaba él en una playa y a su lado había una familia con una niña de unos 6 ó 7 años. La niña en cuestión por lo que oyó a los padres se llamaba Sigunni (me imagino que se escribiría Sigourney). En ese momento ya me quedé pegado a la radio porque lo que seguía debía prometer, y efectivamente, no defraudó. Pues bien, la familia acababa de comer y la niña se estaba metiendo en el agua, y en esto que la ve la madre y grita: “¡¡¡Sigunni, hasta el coño ná más!!!” Conclusión, si ya es irreversible y has puesto este nombre, modera un poco el lenguaje que lo va a rodear, déjalo estar, no lo menees.

De verdad, que esto de los nombres es de traca, y no solo por lo que da de sí la inventiva sobre el propio nombre, sino incluso por las combinaciones a lo Gomaespuma que se pueden hacer con un buen apellido detrás. Y es que los padres deberían tomar conciencia no solo de la educación de sus hijos, su porvenir, sus amistades, etc., hay un paso previo a todo esto que va a marcar la vida de este recién nacido y es la elección del nombre, pues puede ser una servidumbre al cachondeo, porque anda que cuando estás en el colegio los niños se cortan en hacer comentarios. Si ya tu padre se apellida Folla estás condenado, pongas el nombre que pongas estás perdido, pero si el apellido es por ejemplo Torio (caso verídico), tienes posibilidad de esquivar el accidente, ¡no le pongas a la niña Aitana!, ponle Rosa. Además esto va por modas, en los 70 eran los nombres hippies como Amor, Libertad; Paz, Armonia…que más bien parecía que estabas leyendo el horóscopo. Luego llegaron .los nombres de personajes de series televisivas y actores, luego los nombres pijos, los estrafalarios…

El siguiente paso en la vida de una persona es cargarse su nombre, y para ello nada mejor que los los diminutivos, atentado que en la mayoría de los casos es cometido por los padres en la tierna infancia de los bebés. Así que te llamas Yolanda y te dicen Cuqui, te llamas María y te dicen Chini,…yo sobre ésto recuerdo el diminutivo que tenía la hija de unos amigos de mis padres de la playa. Se llamaba Isabel María, pero todos, incluidos los padres (que me temo que fueron los cooperadores necesarios) la llamábamos Chete (a la que si me está leyendo mando un beso muy grande). Y no os podeis imaginar de donde venía el, más que diminutivo, apodo, pues agarraos que venía de chochete. Chete por aquella época tendría unos 9 años y era peculiar, insultaba al padre, pero con “taco” de gracia, tenía una foto de Bertín Osborne en su cartera que cada vez que la sacaba la “hinchaba” a besos y se reía mucho de su peso, estaba bastante gorda. Recuerdo que un día, en una fiesta que hicimos en casa de mis tíos, al sentarse dobló la barra del asiento del sofá. A nosotros nos recorrió un sudor frío de pánico y lo intentamos arreglar para que no se diese cuenta, enderezándo la barra en cuestión. Pero fue un intento en vano, esa noche mi tío se sentó a comprobar la quiniela en el sofá y conforme iba apuntando las equis, doses y unos iba descendiendo poco a poco, muy lentamente, hasta quedar casi sentado en el suelo. Imaginaos nosotros que tendriamos 15 ó 16 años, no podiamos parar de reir mientras mi tío estaba encendido en cólera.
Resumiendo y sobre todo un aviso para futuros padres, contened vuestro espíritu creativo con el nombre de vuestro retoño, pensad también en que un diminutivo puesto a vuestro hijo o hija recién nacido que lo veis tan rollizo, tan canijo y está para comérselo no tiene tanta gracia años despues en la Facultad de Ingenieros y sobre todo haced pruebas, muchas pruebas de sonido combinando nombre y apellidos.

miércoles, 1 de julio de 2009

POWERPOINT

Bonita arma ha dejado Microsoft en manos de algunos desaprensivos, y es que este aplicativo lo carga el diablo. Quien trabaje en una gran empresa sabrá de qué hablo y para quien no sepa ni lo que es el “Powerpoint” le pongo en antecedentes.

Se trata de un programa para realizar presentaciones en diapositivas (slides) para Windows. Primero hay que tener una idea, más bien mala idea, y plasmarla con diferente tamaño de letra, con muchos colores y con formas geométricas variadas, tiene que ser un “leit motiv” que provoque entre los receptores de la presentación la idea de que estan ante algo nuevo e innovador. El secreto está en esto último, y me explico, podemos estar hablando en todo momento de un chupete, pero la audiencia no se debe dar cuenta, y en ello está la habilidad del ponente, en usar una idea que ya existe, aunque sea vieja como los dinosaurios y revestirla de un aura de modernidad, de inventiva, de ser un gran descubrimiento, de ser el proyecto más valioso para la empresa, y aquí es donde interviene el susodicho “powerpoint”, es la chistera de este gran mago de los negocios que es el “powerpoint man” (hay que introducir términos en inglés para darle más verosimilitud a la acción), en adelante “ppm”. Volvamos al ejemplo del chupete. La primera máxima de este “ppm” es no decir nunca la palabra chupete, siempre hay que usar de figuras literarias como la metáfora, metonimia,etc. y la primera slide (diapositiva) pondría en grande “REVOLUCIÓN INFANTIL”, a partir de ahí y con los colores que marquen los cánones estilísticos de la empresa en cuestión, hacer un juego de retruécano donde lo imposible parezca posible y donde se de solución a lo presumiblemente insoluble. Pasariamos por slides con términos como “látex milagroso” para referirnos a la satisfacción que vamos a producir al cliente, sin olvidarnos, por supuesto, de qué departamentos estarán involucrados en este proyecto (aquí el ppm debe ser extremadamente habilidoso para que no le roce ni un centímetro el trabajo de puesta en acción, él es un creativo, no un currito), para pasar al plato fuerte, que sería el ahorro de costes, aquí la inventiva no debe tener límites, pues la reducción de costes será inversamente proporcional al éxito final del ppm y tampoco hay que escatimar en número de slides y efectos visuales, los sonoros se descartan por confusos.

Los aplausos finales refrendarán la excelencia de la presentación del ppm y aquí el ego de este último puede alcanzar cotas de megalomanía, en su mente se verá entrando en el panteon creativo de Mozart, codeándose en la oratoria de Cicerón o descubriendo cual Marco Polo. Será un gigante de la conquista, un nuevo César y posiblemente esté nominado para un futuro ascenso en la empresa. Pero todavía la vuelta de tuerca es mayor si la presentación es de una consultoría, pues esas magníficas diapositivas del chupete, una vez realizado el primer trabajo creativo, servirían tanto para una presentación en una fábrica de buñuelos como para una de bisagras para puertas. ¡Oh! Bendito Powerpoint que eres el disfraz del vacío y la imagen del artificio.