jueves, 16 de julio de 2009

ARKHAM (Parte 1 de 3)

Tenía la vista nublada y me dolía horriblemente la cabeza. Notaba que estaba tumbado sobre una superficie dura y lisa. Me llegaba el sonido de un cántico que iba creciendo en intensidad. No entendía las palabras que decían, era un lenguaje gutural, pronunciado como si de un gorgoteo se tratase. Iba despertando del letargo y lo último que recordaba era que me habían golpeado la cabeza con un objeto contundente.

La niebla iba desapareciendo de mis ojos poco a poco y veía manchas rojas que se movían a mi alrededor. Haciendo un esfuerzo por recuperar totalmente la visión me dí cuenta de que eran personas, con unas túnicas rojas que les llegaban hasta los pies, calzados con unas sandalias de tiras de cuero tambien rojas. No podía ver la cara de mis captores,las rojas capuchas de sus túnicas, producían sombras en sus rostros. Estaba completamente rodeado por ellos. Serían alrededor de 20, que elevando sus cabezas y brazos entonaban el grotesco cántico.

Ya podía ver casi con total claridad y miré a mi alrededor. Me encontraba en el centro de una enorme caverna. Estaba tendido, atado e inmovilizado sobre una gran piedra negra, que por lo que intuía era un altar. Todo a mi alrededor eran sombras, pues la gruta solo estaba iluminada por el resplandor de unas antorchas dispuestas de forma irregular en las paredes. Ahora recordaba con claridad los terroríficos pasos que me habían llevado a esta situación.

…………………………………………………………………………………

Tras abandonar el maldito pueblo de Innsmouth consciente de mi herencia me encerré en mi casa de Providence. Aún tengo en mi memoria aquel momento en que presa de la desesperación y el horror bajé las escaleras del campanario con una firme decisión. Con el último vestigio de razón me dirigí corriendo por los sucios callejones hacia la casa de mi tío. Estaba convencido de lo que tenía que hacer y debía cumplirlo. Aquel impío ser nunca debió haber existido. Así con esta resolución, llegué de nuevo al portal. El pestilente olor me recordaba lo que vivía en aquella habitación de arriba. Encendí una cerilla que llevaba en mi bolsillo, prendí unos viejos periódicos que había en la entrada y los arrojé a la podrida madera de la escalera. En unos instantes todo quedó envuelto en llamas. Salí corriendo al exterior y sin mirar atrás llegué a mi coche. Unos gritos de infernal locura resonaron en todo el pueblo, alaridos guturales producidos por una garganta que ya no era humana. Tenía que escapar de allí, huir de aquella pesadilla. Conduje sin parar de nuevo hasta Providence.

El abominable legado familiar turbaba mis horas de sueño e infectaba mis horas de día. No dejaba de pensar un momento en la grotesca abominación en que se había convertido mi tío. En la sinrazón en que se había transformado toda esta historia. Tenía momentos en que pensaba que todo había sido una pesadilla de la que todavía tenía que despertar. Pero los días pasaban y la pesadilla era realidad.

Un mes después, mientras pasaba la Navidad con mis recuerdos llegó una carta que me habría una nueva esperanza:

“Arkham 22 de diciembre de 1932

Estimado señor H, nos complace informarle que su solicitud recibida en la Universidad de Miskatonic ha sido aceptada.. Sustituirá al profesor R que marcha a otra Universidad. Usted empezará a trabajar en su cátedra de Historia Antigua el próximo 8 de enero…”

La noticia me llenó de un anhelo esperanzador. Como catedrático de Historia Antigua que era, quería continuar de nuevo con mi carrera docente, abandonada hacía ahora dos años por razones de salud. Salir de Providence, empezar una nueva vida, con un nuevo hogar, nuevo trabajo, nuevo futuro,…olvidar toda la pesadilla vivida.

Recuerdo que llegué a Arkham la tarde del 2 de enero. Me dirigí a una casa que había alquilado días antes a J, la vieja amiga de mi madre, desde niño ella me había cuidado como si fuese hijo suyo. Siempre me había acompañado en los momentos más difíciles de mi vida, desde la desaparición de mi madre. Tuve una suerte extraordinaria, pues al día siguiente de recibir la carta de la Universidad, apareció en mi casa para traerme unas tartas que había hecho y comentando mi cambio de domicilio me habló de su casa en Arkham. La fortuna estaba cambiando en mi vida y por primera vez despues de mucho tiempo me sonreía. La casa, encajonada en el centro de la laberíntica ciudad era de estilo victoriano. Estaba rodeada por una alta verja de herrumbroso hierro que daba paso a un pequeño jardín. Tenía dos plantas, con unos amplios y redondos ventanales. Con tres agudos gabletes rematando un empinado techo de vieja madera.

Subí a mi habitación que estaba en el segundo piso y me acerqué a la ventana para correr las cortinas. Una sombra furtiva pareció deslizarse por entre los arbustos que había en el pequeño jardín de delante de la casa. ¿Había percibido en la sombra unos brillantes ojos que me estaban observando?

Este pequeño incidente quedó olvidado rápidamente una vez empecé mis clases en la Facultad de Historia de la Universidad de Miskatonic. Ésta era de las más antiguas y reputadas de toda la costa de Nueva Inglaterra. Sus estudios sobre Antropología e Historia Antigua se habían editado en las publicaciones más prestigiosas de todas las universidades del mundo y sus teorías sobre la evolución humana y sobre una historia antes de la prehistoria habían abierto una fuerte controversia entre los historiadores más destacados.

Mi primer día de clase fue especialmente reconfortante. El emocionante reencuentro con alumnos y con mi especialidad de estudio. Ver reflejada en la cara de ellos ese ansia por aprender y adquirir conocimientos me devolvieron la responsabilidad de cumplir y llenar sus sueños. Cuando abandonaba el viejo edificio de la Universidad por la tarde me sentía una persona nueva. Todo había quedado atrás, ¿acaso sucedió?, -pensaba mientras me dirigía a mi casa.

(Continuará…)

No hay comentarios: