domingo, 26 de julio de 2009

UN NUEVO COMIENZO (GRAVEDAD 2)

Martes 13 de noviembre de 2012. Año 1.
Estación espacial Mercurio. Cuatro tripulantes a bordo, dos mujeres y dos hombres.
En algún lugar entre la Tierra y la Luna.

El sol asoma por detrás de la Tierra iluminando la estación espacial Mercurio. Una Tierra que ha perdido su gravedad y la vida sobre ella.
La estación espacial Mercurio fue puesta en órbita hace ahora justo un año. Era la primera en mantener un sistema de gravedad similar al de la Tierra, siendo la mayor expresión tecnológica del momento. Más de 100 metros de longitud repartidos a lo largo de 20 estancias más la cabina de mando. Potentes cohetes propulsores que la ayudarían a conseguir el objetivo de alunizar. Ocho de las estancias guardaban todo el material para la construcción de una futura estación lunar. Era el primer paso de la humanidad para la fundación de una colonia fuera del planeta. La necesidad de explotar nuevos recursos y de buscar zonas de expansión para la cada vez más creciente población de la Tierra llevaron a los gobiernos mundiales a dar este paso.

De hecho los cuatro astronautas eran el último relevo antes de que llegasen los equipos de construcción a la estación espacial. Todo estaba preparado, alimentos, bebidas, semillas para un nuevo sistema de plantación experimental en la Luna, y lo que era más importante, embriones de animales domésticos y de granja para su futura clonación una vez establecidos en la Luna.

Grave silencio dentro de la estación espacial. En la cabina de mando sólo se oye el suave sonido que produce el aire que desde el generador entra en la estancia. Los mandos de control están en modo automático. El brillo de los diferentes paneles se refleja en toda la estancia, produciendo extrañas sombras en la cabina. En verde la luz de encendido de la emisora que recoge las llamadas desde la Tierra, pero también permanece en absoluto silencio.

Desde el gran ventanal de mando se divisa la Tierra al fondo, rodeada por su macabro anillo. Ruth, Sarah, Samuel y David llevan un día sin hablar, sus rostros reflejan todo el horror de lo que han vivido la pasada jornada. Se miran unos a otros.

-¿Qué va a ser de nosotros? –pregunta Samuel. En su rostro lleva grabada la amarga experiencia del día anterior.
-¿Por qué pasó? –pregunta Ruth.

Vuelven a mirarse y nadie se atreve a expresar sus sentimientos abiertamente, tal es el desgarro interior que sufren. Han perdido a sus seres queridos, su conexión con el pasado. Todo el futuro personal de cada uno se ha difuminado en unos segundos. Sus mentes no pueden procesar la avalancha de sensaciones. Los pensamientos se agolpan.

Los días pasan muy despacio y la pregunta “por qué” sigue planeando en el aire. Algunas miradas reflejan la desesperación y el abatimiento. Samuel lleva varios días sin comer y sin hablar con nadie. Varias veces intentan sus compañeros comunicarse con él, pero Samuel permanece en silencio, se encierra en su camarote y se pasa largas horas en soledad. Todo el equipo le vigila de una forma inconsciente, atentos a lo que hace. Están preocupados.

Una noche mientras todos duermen, Sarah se despierta sobresaltada, acaba de tener una pesadilla en la que veía que la estación Mercurio se desintegraba en el espacio después de una gran explosión. Bañada en sudor y con la inquietud reflejada en su rostro se pone el traje espacial y sale al pasillo central. Allí a través de la ventana de la puerta de cada camarote, ve que sus compañeros duermen, Ruth, David…¿y Samuel? Entra en su camarote y ve la cama vacía y deshecha. Sale corriendo al pasillo, con el corazón latiéndole aceleradamente y despierta a sus compañeros.

-David, ve a la cabina de mando y conecta las cámaras interiores de la nave. –duda Sarah un momento y añade…y también las exteriores.
-Yo voy a las estancias de carga. –Dijo Ruth.
-Yo revisaré las escotillas de salida –dijo Sarah.

Todos salieron como impulsados por resortes a buscar a Samuel. David en el puesto de mando conecta todas las cámaras. Desde ellas ve a Ruth dirigirse corriendo a las estancias de carga de la parte posterior de la estación. Mira las otras pantallas y ve a Sarah revisando las escotillas. Están todas cerradas en el sector A, más próximo a la cabina de mando. Ahora Sarah se dirige hacia el sector B donde hay dos escotillas más. Por la pantalla 12 la ve intentar abrir la escotilla B1. Está cerrada. La observa después dirigirse a la B2, pero ya puede comprobar por la pantalla que algo anda mal, el piloto luminoso de apertura está en verde y debería estar en rojo. Avisa a Sarah por radio y sale corriendo en su dirección.

Sarah se dirige por el pasillo superior a revisar la última escotilla. Siente una opresión interior de ansiedad que le recorre todo el cuerpo. Cuando está llegando recibe la llamada de David. El sudor de su rostro se vuelve frío. Ve que la escotilla B2 está abierta. Rápidamente se pone la escafandra y sale al exterior. Los trajes espaciales de la estación Mercurio fueron diseñados especialmente para poder andar sobre su metálica estructura.

Sus pies se pegan a la superficie y comienza a caminar con pasos cortos. Sarah mira hacia todos lados. Silencio y oscuridad. La Tierra al fondo, como testigo mudo de lo que está ocurriendo. Llama por radio a Samuel. Nadie responde. Al pasar por detrás de la antena circular de seguimiento ve la figura de Samuel a varios metros. Está intentando quitarse la escafandra.

-¡Samuel, no lo hagas! –grita Sarah por su radio.
(Silencio)
-Tenemos que hablar Samuel.
(Silencio)
Sarah se acerca poco a poco a Samuel, con pasos firmes.
-Alto Sarah. No sigas caminando. Voy a quitarme la escafandra y a olvidarme de esta pesadilla.
-No Samuel, vas a dejarnos solos, sin intentar hacer algo por ti. Volvamos dentro y hablemos.
-¿Hablar de qué?, ¿de lo qué pasó en la Tierra? ¿de lo que nos pasará a nosotros?
-Si Samuel hablar de lo que tenemos todavía por hacer. Ya se que estos días han sido duros y han terminado desquiciándonos, pero no nos podemos dejar vencer. No nos han ganado. Todavía estamos aquí y tenemos que intentarlo, aunque solo sea por todos las personas que hemos perdido. Se lo debemos.

Samuel se acerca poco a poco a Sarah, que le coge de la mano, fundiéndose en un gran abrazo. Las lágrimas ruedan por la cara de ambos. Entran en la estación

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Ha pasado casi un mes de la vuelta a la estación. Desde que se frustraron los sueños de los cuatro astronautas de regresar a la Tierra. Los ánimos han mejorado sensiblemente. Samuel se encuentra en un estado que roza el optimismo, bromeando y haciendo juegos con el equipo. Todos se afanan en el día a día. En recuperar una normalidad dentro de la situación de anormalidad.
Una noche mientras el equipo está sentado a la mesa cenando y charlando sobre lo que harán mañana, habló Sarah con voz seria.

-¿Para qué? –pregunta Sarah.
-¿Cómo dices, Sarah? –pregunta incrédulo David.
-Sí, lo que quiero decir es que lo hemos perdido todo, estamos solos en medio del espacio y somos los últimos representantes de la especie humana. El por qué solo nos ha llevado a pensar más en el pasado, a quedarnos aquí sentados elaborando teorías sobre por qué pasó. Tenemos que hacer algo, y por ello os pregunto para qué pasó. Quizás fue una señal para que iniciásemos un nuevo comienzo en la humanidad –dijo Sarah con una voz de convencimiento propia de su espíritu.

Sarah había sido elegida para la misión entre más de 200 aspirantes. Fueron sus fuertes convicciones y determinación lo que llevó al comité seleccionador a elegirla.. Ella lo sabía, tenía menos fortaleza física que el resto, pero su preparación técnica (llevaba 5 años estudiando día y noche), y su fuerza mental fueron decisivas. Ahora no podía defraudar a sus compañeros, no se podía defraudar a sí misma.

En sus mentes todos procesaron la respuesta de Sarah, ¿un nuevo comienzo? No podían quedarse sentados a esperar el fin, habían sido elegidos para llevar a cabo una misión; ésta había cambiado, pero seguía siendo su misión. La más importante emprendida por la humanidad desde la evolución de la especie.

-Tienes razón Sarah, -dijo David. La misión de esta estación espacial fue la de crear una base en la luna para analizar las posibilidades de una futura colonia y ahora paradójicamente es la última misión de la Tierra. Tenemos que seguir adelante con ella.

La estación espacial Mercurio inició su lento descenso hacia la Luna…

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