viernes, 10 de julio de 2009

¿DÓNDE ESTÁ PÉREZ?

Toda la noche en vela esperándole y cuando apareció yo debía haberme dormido

El miércoles a Víctor se le cayó el primer diente. Pero para dentro. Se lo tragó cuando estaba absorto observando a los leones del zoo, masticando una enorme hamburguesa.

Qué disgusto, ahora sin la prueba del blanco marfil cómo iba el Ratoncito Pérez a creerse que de verdad se le había caido el diente, ¿y si estaba mintiendo para conseguir el preciado regalo? Había que demostrarle que efectivamente el diente ya no estaba en su sitio y sin embargo todavía lo tenía Víctor, pero no se lo podía dejar debajo de la almohada.

Y que mejor que hacerle un dibujo que describiera toda la secuencia de los hechos. Pues bien, cogió un folio y se dibujó a sí mismo (escanearía el dibujo para que lo vieseis, pero se lo llevó el Ratoncito Pérez en vez del diente). Sobre su dibujo se pintó de forma más prominente los dientes de arriba y se dejó un hueco entre el cuarto y el quinto diente (según él era este el diente que se le cayó). Luego con una línea siguió un recorrido que iba desde este hueco, bajando por la garganta hasta un círculo que se dibujó en la barriga , el estómago.

Se de buena tinta que al sr. Pérez le gustó, aunque ya digo que estuve la mayor parte de la noche en vigilia esperando para intentar entrevistarme con él. Sobre todo para saber qué sentía haciendo feliz a los niños, porque estoy seguro, Víctor lo fue a la mañana siguiente, descubriendo que su dibujo había sido sustituido por un muñequito de Gormitti y otro de Transformers.

Si le preguntais a Víctor seguro que os cuenta todo lo ocurrido tal como os lo he descrito, yo es lo que he hecho, simplemente me senté a su lado y dejé mi imaginación volar mientras me contaba toda la historia. Veía el diente en su estómago, como pintaba el dibujo y la cara del sr. Pérez cuando por la noche fuese a la habitación de Víctor a dejarle los regalos. De ahí que quisiese ver al sr. Pérez anoche…de hecho creo que oí sus pequeñas patitas subiendo por la cama.

Y es que si escuchamos a un niño atentamente podemos aprender más cosas que en todo el día, solo hay que estar muy atento y abrir mucho la mente, el resto corre de cuenta del pequeño.

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