domingo, 12 de julio de 2009

EN EL MONTE

Hay días en que el cerebro se transforma en un acumulador de ideas, sensaciones, problemas que van y vienen sin orden ni concierto, en que una mala sensación muchas veces sin identificar, se sobrepone al resto y está planeando constantemente como una sombra durante todo el día. Días en los que el pensamiento pasa de una idea a otra sin sacar nada en claro y sin una conclusión que defina la situación contradictoria. Creo que éste debe ser el peaje por estar vivo, aquello de la mente racional, que debe ser sublimar los instintos y hacer una constante reflexión sobre los mismos; el peaje por disfrutar luego de los grandes momentos que te dispensa la vida y que siempre estan ahí, esperando nuestro estado de ánimo propicio, porque muchas veces esperamos un golpe de suerte, de felicidad, cuando en realidad éste se alcanza con solo alargar un brazo mental.

Y cómo se consigue que el motor de la mente trabaje para ti y no en tu contra. Pues yo personalmente lo intento, y en algunas ocasiones lo alcanzo, corriendo, sí, haciendo footing. Me calzo mis zapatillas de deporte y me lanzo al monte. Concretamente puedo ir a la Dehesa de Navalcarbón o directamente a otra zona más agreste que está por la zona del Cantizal. Allí subiendo y bajando cuestas, entre encinas y otros árboles que no sé identificar, observado por la sombra de algun jabalí, entre liebres, perros (estos últimos me dan pánico cuando se me acercan) e incluso ayer adelantado por un caballo al galope, corro hasta llegar a la carretera de El Escorial, y vuelvo a subir y bajar cuestas hasta que se hace tarde y tengo que regresar a casa.

Es en esta comunión con la naturaleza, solo con mi sudor y respiración, el momento propicio para analizar los pensamientos, cuando uno a uno nos vemos frente a frente y los exprimo hasta sacarles toda la información. Luego los vuelvo a dejar donde estaban aunque sabiendo algo más de ellos, para más tarde ordenarlos, y como decía al principio los intento alinear a mi favor. Si lo etiquetaba como un gran problema, trato de minimizarlo y buscarle solución, pues este problema cuando se identifica primero, luego se aisla y por último se analiza no es tan fiero como lo habíamos pintado al principio. Una buena forma para diluirlo es contraponerle sensaciones, situaciones y pensamientos positivos que seguro todos tenemos, para al final y con una visión más amplia, verlo en este contexto general, junto a estas ideas positivas. En definitiva, poner a nuestro favor el pensamiento, y creo que es en esta comunicación telúrica y ancestral con los pies en la tierra donde mejor me funciona.

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